El Museo del Prado conserva un bellísimo tríptico del pintor flamenco Dirk Bouts, restaurado hace unos pocos años, razón por la que luce en casi todo su esplendor, porque para que luciera como realmente hubiera sido necesario que en el momento de la restauración se le hubiera retirado el falso marco con que se le dotó hace alrededor de un siglo, que lo ha convertido en un pieza contínua, como si de cuatro escenas se tratara.
Ese mismo problema tiene el precioso tríptico de la Natividad, de Hans Memling, también en el Prado; o el impresionante tríptico también de Dirk Bouts pero conservado en la Capilla Real de Granada, con la particularidad de que en ese caso se trata de un marco-retablo creado adrede en el siglo XVI para enmarcar el citado tríptico, lo cual a pesar de la calidad de la obra renacentista, no es más que un pegote insoportable que resta protagonismo al trabajo de Bouts.
El tríptico de la Virgen, de Bouts, se considera obra temprana, y una de las piezas más destacables de su corto catálogo actual.
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